El programa de un centro de distribución de productos perecederos demanda una estricta planificación funcional, en la que el rigor de las dimensiones y procesos resulta determinante para la arquitectura. Longitud y altura de estanterías, anchos de pasillos, cámaras de refrigeración y congelados, cantidad de portones y número de andenes, deben respetarse para que la operación de carga, almacenamiento y descarga se realice con eficiencia. El patio de maniobra de los camiones es también un elemento importante a considerar.
La estructura de la nave, su altura y la ventilación son determinantes de su volumen. Responder con una arquitectura funcional es clave para el éxito de la operación.
Adosados a la nave existen dependencias operativas y oficinas cuya ubicación es bien precisa, además de los espacios adicionales como cafetería. Ella se concibió como un área alejada de la operación y en contacto muy directo con la vegetación existente y se compone de un espacio cerrado y otro abierto para esparcimiento.
La arquitectura bioclimática aprovechando la luz natural, la ventilación y provocando sombra fue la respuesta al programa planteado. Este proyecto se construyó en varias etapas.
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